Mateo postula una última oportunidad para el planeta: pero no para el planeta en sí mismo, sino para nosotros los humanos. Somos nosotros los que nos extinguiremos, el planeta seguirá adelante y se renovará cuando no estémos más en él. Mateo nació y creció en Río Ceballos. Estudió en el Fragueiro y en el Moreno. Jugó al fútbol en Jorge Newbery y en la plaza de la Benito Maule. Junto a Ayelén formaron su familia en la misma ciudad donde viven y emprenden. Donde crecen Brune y Enzo. Dirige junto a sus hermanos la empresa familiar fundada por sus padres en 1981. “Pienso en el futuro y en el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos”, dice Mateo preocupado por los residuos de su producción, por lo que fundó, con estructura de empresa, un modelo de economía circular en la gestión de residuos para la producción de recursos: una planta capaz de transformar residuos orgánicos en biogás, biofertilizantes, riego para cultivos, etc. Con su hermana Sabrina comparten la pasión por el deporte y juntos crearon el gimnasio más grande del interior del país donde se desarrollan 35 disciplinas deportivas y 15 servicios médicos para el cuidado integral de la salud. “Aquí es donde la felicidad se entrena”, agrega.